La huerta educativa que alimenta a 79 estudiantes y genera excedentes para otras escuelas
La Escuela Agraria Gregorio Aznárez, perteneciente a la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU), se ha convertido en un verdadero modelo de educación rural integral, al alcanzar una producción récord en su huerta educativa. Esta iniciativa no solo abastece por completo al comedor escolar, sino que también genera excedentes comercializados dentro del sistema UTU y con otras instituciones de enseñanza. Todo, sin uso de agroquímicos y con la participación activa de los 79 estudiantes del centro.
El ingeniero agrónomo Manuel Fernández, director del centro educativo, explicó que el proyecto combina objetivos pedagógicos con una producción sustentable, brindando resultados concretos: más de 3.500 kilos de alimentos cultivados durante la temporada de verano. Entre ellos se destacan:
1.500 kg de boniato (con 1.000 kg excedentes)
630 kg de cebolla, cubriendo el consumo anual de la institución y con 345 kg de excedente
380 kg de tomate, suficientes para elaborar el 90% de las salsas del año
550 kg de calabacín y zapallo criollo
300 kg de papas de tres variedades
150 cabezas de ajo, todas utilizadas en la cocina escolar
Además, se cosecharon pepinos, berenjenas y morrones en menores cantidades, y actualmente se está recolectando el guayabo del país, fruto nativo utilizado para elaborar mermeladas.
Un modelo de aprendizaje basado en la práctica
Los 79 estudiantes, de entre 12 y 15 años, cursan los tres niveles del ciclo básico (7º, 8º y 9º) y participan activamente en la huerta y en un pequeño módulo de frutales. La metodología «aprender haciendo» atraviesa todas las actividades del centro, que combina las materias tradicionales de secundaria con talleres agrarios y visión agropecuaria.
El área de producción incluye 1.500 m² a campo abierto y 100 m² bajo invernáculo. Todo el proceso es manual y sin aplicación de productos químicos, fortaleciendo el aprendizaje sobre producción agroecológica y el respeto al medio ambiente.
“El sistema de riego por goteo incorporado este año fue clave para lograr mayor homogeneidad en la producción”, explicó Fernández. También destacó el aprendizaje acumulado de años anteriores como un factor determinante para expandir la superficie sembrada y optimizar el rendimiento.
Educación que alimenta y conecta
El comedor de la escuela atiende de lunes a viernes a estudiantes y docentes. Gracias a la producción local, el centro es autosuficiente en verduras y hortalizas. Pero el proyecto no termina allí. Los excedentes se comercializan dentro del ecosistema UTU, incluyendo:
Escuela de Alta Gastronomía (Punta del Este)
Escuela Agraria de San Carlos
Polo Educativo de Arrayanes
Escuelas Agrarias Lorenzo Geyres y Paso de los Carros
También se estableció un vínculo directo con el equipo de cocina del centro, que participa en el aprovechamiento eficiente de los productos para evitar el desperdicio. Este trabajo conjunto entre docentes, estudiantes, personal administrativo y funcionarios demuestra un enfoque comunitario en el funcionamiento institucional.
Promoción del guayabo del país: un proyecto con raíces nativas
En paralelo, la escuela lleva adelante el proyecto “Dejá tu huella”, impulsado por tres estudiantes y el instructor agrario Gonzalo Vega. El objetivo es promover el conocimiento y uso del guayabo del país, un fruto nativo de alto valor nutritivo y cultural.
Durante su implementación, se entregaron 27 árboles de guayabo a instituciones educativas de la zona oeste del departamento. Además, se continúa con la producción de nuevos ejemplares, destinados a plazas, parques y espacios públicos que puedan cuidarlos.
El proyecto busca generar conciencia sobre el valor de los frutos autóctonos y estimular su difusión entre la población, fortaleciendo los lazos entre educación, medio ambiente y comunidad.
Redes que sostienen y proyectan
La Escuela Agraria Gregorio Aznárez mantiene una activa articulación con actores del territorio. Destaca el apoyo del Municipio de Solís Grande, dependiente de la Intendencia de Maldonado, así como la colaboración con otras instituciones como:
CECRU (Centro Escolar de Capacitación Rural del Uruguay)
Escuela náutica La Flotante
Vecinos organizados
Esta red permite consolidar el trabajo comunitario, extender el alcance del proyecto educativo y generar espacios de intercambio con múltiples públicos.
Permanencia docente y planificación a largo plazo
Uno de los pilares del éxito sostenido del centro, según Fernández, es la continuidad del equipo docente. La permanencia de los profesores permite desarrollar y sostener proyectos a largo plazo, fundamentales en una actividad que depende de procesos biológicos como la producción agropecuaria.
“La planificación, ejecución y evaluación de estos proyectos requieren tiempo y constancia. Por eso es clave que los equipos permanezcan en el centro durante varios años consecutivos”, enfatizó el director.
Más que una huerta escolar
La experiencia de la Escuela Agraria Gregorio Aznárez trasciende la producción agrícola. Es un ejemplo de cómo la educación pública puede generar conocimiento aplicado, impacto comunitario y conciencia ambiental. Un modelo a seguir para otras escuelas rurales del país, que demuestra que sembrar conocimiento también cosecha futuro.