La epidemia silenciosa: estafas digitales crecen sin freno y preocupan a las autoridades
El aumento de las estafas en Uruguay se ha convertido en una preocupación central para las autoridades, particularmente para el Ministerio del Interior y el Ministerio Público. En la última década, las denuncias por este tipo de delito aumentaron en un 1242%, pasando de 1.872 casos en 2015 a 25.116 en 2024. Se trata del tercer delito más denunciado en el país, por detrás del hurto y la violencia doméstica.
La tendencia, lejos de estabilizarse, parece ir en aumento. «Es un crecimiento exponencial porque va aumentando cada vez más rápido. Y eso no es único de Uruguay, es un fenómeno a nivel mundial», explicó Diego Sanjurjo, coordinador de Estrategias de Seguridad Integral y Preventivas del Ministerio del Interior.
Las formas de estafa son tan variadas como ingeniosas. Desde correos electrónicos falsos que simulan ser de un banco, compras por redes sociales que nunca se concretan, transferencias con comprobantes adulterados, hasta llamadas que simulan ser de familiares pidiendo dinero urgente. El denominador común: el uso de tecnología para engañar a las víctimas y obtener un beneficio económico.
Una «caja de herramientas limitada»
Según Sanjurjo, la prevención de este tipo de delitos depende más del comportamiento individual que de la acción policial. «Tiene que ver sobre todo con el individuo. Si estás alerta, si actualizás tus sistemas, si no abrís links sospechosos, tenés menos chances de ser víctima», afirmó. Por eso, la «caja de herramientas» del Ministerio para prevenir estas maniobras es «muy limitada».
Aun así, el jerarca considera que las estafas deben transformarse en una prioridad de la cartera. Uno de los primeros pasos será incluirlas de forma sistemática en los informes públicos sobre delitos, acompañadas de un análisis más profundo.
Impunidad y dificultad en la persecución
Desde la Fiscalía, la preocupación también es evidente. Actualmente, dos fiscalías se encargan de estos delitos: las de Flagrancia, para montos menores a US$ 50 mil, y las de Delitos Económicos, para cifras superiores. A partir de los US$ 30 mil, la estafa puede incluso considerarse un delito precedente al lavado de activos.
«Hay una epidemia de estafas y siento la impotencia de ver las situaciones ocurrir y no poder hacer nada desde la Fiscalía», afirmó Willian Rosa, fiscal de Flagrancia. Rosa criticó que las penas para las estafas son considerablemente menores que para otros delitos. Mientras que una rapiña tiene como mínimo 4 años de prisión, la estafa tiene ese tope como pena máxima.
«El legislador consideró que es más grave una rapiña con amenaza que una estafa multimillonaria. Eso está reflejado en las penas», explicó. Sanjurjo, sin embargo, considera que aumentar las penas no necesariamente cambiará la tendencia.
Las bandas y las «mulas»
En la Fiscalía señalan que el gran desafío es llegar a los verdaderos responsables de estas redes. Muchas veces se logra condenar a «mulas»: personas que prestan sus cuentas bancarias para recibir dinero proveniente de estafas, a cambio de una comisión, o individuos en situación de vulnerabilidad que brindan sus datos para obtener créditos que nunca se pagan.
«Hay gente pesada en estos temas», aseguró un fiscal bajo reserva. En muchos casos, los responsables están fuera del país, lo que complica aún más las investigaciones.
El rol del cibercrimen y el phishing
En 2021, el Ministerio del Interior creó una Unidad de Cibercrimen para asistir a los fiscales en estas investigaciones. Sin embargo, formar especialistas en ciberseguridad es un desafío. «Formás un analista y al año está en el sector privado cobrando 10 veces más», graficó Sanjurjo.
Una de las modalidades más frecuentes es el «phishing». Según el experto en seguridad informática Santiago Ingold, consiste en engañar al usuario para que ingrese a un sitio falso y entregue sus datos. «Hay cientos o miles de intentos de phishing por día. Incluso a pequeñas empresas les roban las cuentas haciéndose pasar por plataformas como Instagram», alertó.
Ingold recomienda no ingresar nunca a sitios desde links en correos o mensajes. Lo ideal es buscar la dirección en el navegador. Además, sugiere activar la doble verificación en todas las cuentas posibles y nunca compartir códigos de seguridad que lleguen al celular.
Conclusión
Las estafas se han convertido en uno de los principales desafíos de seguridad del país. Su crecimiento exponencial, su alta rentabilidad para los delincuentes y las dificultades para prevenirlas y sancionarlas hacen de este delito una «epidemia silenciosa» que no para de expandirse. Las autoridades coinciden: se necesitan más recursos, más educación digital y una estrategia nacional que aborde este fenómeno con urgencia.