Covid-19 y Alzheimer: un estudio internacional alerta sobre una posible conexión directa
La pandemia de Covid-19 dejó múltiples secuelas a nivel físico, emocional y económico. Pero mientras el mundo avanza, la ciencia sigue de cerca las consecuencias menos visibles del SARS-CoV-2. Entre ellas, una inquietante posibilidad: el aumento del riesgo de padecer síntomas compatibles con el inicio del Alzheimer.
Un reciente estudio internacional, liderado por el neuropsiquiatra argentino Gabriel De Erausquin, apunta a que los adultos mayores que atravesaron una infección por Covid-19 tienen hasta tres veces más probabilidad de manifestar señales tempranas de deterioro cognitivo.
De la pérdida del olfato a fallas en la memoria
El estudio detectó síntomas en adultos de entre 60 y 70 años que no presentaban señales previas de deterioro, pero que tras la infección comenzaron a experimentar:
Pérdida persistente del olfato (anosmia)
Fallas en la memoria a corto plazo
Dificultad para organizar tareas cotidianas
Problemas para recordar nombres o encontrar palabras
“La prevalencia de estos síntomas en la población general de esa edad es de entre 6% y 8%. En la población pos-covid, la tasa fue del 21% al 30%”, explicó De Erausquin. “Esto supone multiplicar varias veces el riesgo de desarrollar síntomas compatibles con etapas iniciales de Alzheimer”.
Un consorcio científico internacional
De Erausquin es profesor distinguido de Neurología y Ciencias Radiológicas en la Universidad de Texas, San Antonio. Desde 2020 lidera junto a otros expertos el Alzheimer’s Association Consortium on the Neuropsychiatric Sequelae of SARS-CoV-2 (CNS SARS-CoV-2), nacido bajo el paraguas de la OMS.
Este grupo, conformado por investigadores de Canadá, Australia, Reino Unido, India, China, Italia, Argentina, entre otros, lleva adelante estudios longitudinales que reúnen datos de más de 4.300 pacientes de diversos países.
En Argentina, la Fundación Fultra lidera la investigación junto a la UBA, la UCA, la Universidad Nacional de Jujuy y el Ministerio de Salud jujeño. “Ya reclutamos 2.000 pacientes en Jujuy, y esperamos llegar a 3.000”, confirmó el investigador.
¿Por qué el cerebro?
Desde el inicio de la pandemia, el virus demostró tener capacidad para impactar en el sistema nervioso central (SNC). “El SARS-CoV-2 tiene similitudes con otros coronavirus como el MERS o el SARS original, que también afectaron el cerebro. Supimos desde el principio que podía ocurrir algo similar”, explicó De Erausquin.
La persistencia de síntomas cognitivos meses después de la infección —un fenómeno conocido como Long Covid o Covid prolongado— encendió alarmas. Pero este nuevo estudio va más allá: no se trata de síntomas pasajeros, sino de una posible alteración neurológica duradera.
Tres hipótesis y muchas preguntas
El consorcio internacional maneja tres hipótesis sobre la conexión entre Covid y Alzheimer:
Síntomas reversibles que desaparecerían con el tiempo. Sin embargo, los datos muestran que no hay mejoras notables a lo largo de los años.
Desencadenante de una enfermedad latente: personas que iban a desarrollar Alzheimer igualmente, pero cuya aparición se aceleró tras el Covid.
Un nuevo cuadro neurológico, generado directamente por el virus, con síntomas similares a los de las demencias conocidas.
“La hipótesis de que el Covid provoque un nuevo tipo de daño cerebral específico no está descartada. Es la que más nos interesa explorar”, señaló el experto.
Una oportunidad para entender el Alzheimer
La pandemia ofrece, paradójicamente, una oportunidad inédita para los científicos: miles de personas sin antecedentes de deterioro cognitivo, con un solo factor común: la infección por SARS-CoV-2.
Este escenario permite aislar variables, comparar poblaciones y profundizar en una pregunta que la ciencia lleva décadas intentando responder: ¿puede una infección viral desencadenar o acelerar enfermedades neurodegenerativas?
Una pandemia con secuelas que perduran
“El Covid fue como una gran guerra. Muchos lo sobrevivieron, pero nadie salió igual. Hay consecuencias que vamos a arrastrar por el resto de nuestras vidas”, reflexionó De Erausquin.
Mientras el mundo mira hacia adelante, la comunidad científica sigue levantando alertas. Y aunque aún no hay certezas, el mensaje es claro: el virus podría haber dejado una marca profunda en nuestros cerebros, más allá de la fiebre y la tos.